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La hoguera de las vanidades - Tom Wolfe

Entrada escrita en julio de 2017, publicada en febrero de 2021.

Al principio nos encontramos con una novela coral, con diferentes personajes que representan cada uno a un tipo de persona que puede uno encontrar en Nueva York. Tenemos un broker, que a mi personalmente me recuerda al mundo de American Psycho (salvando la parte psicópata, claro), a un vicefiscal del Bronx, a un periodista buscavidas y a un abogado que se considera infravalorado. Todos los personajes tienen su propia voz, su forma de narrar está individualizada según su trabajo, procedencia y forma de vida.

Las descripciones de los movimientos de los protagonistas y de sus estilos de vida te meten de lleno en la ciudad de Nueva York, y el estilo es fresco y directo. Descubres la sociedad de clases de NYC y el problema racial que asola a los barrios fuera de Manhattan. Que tenga varios protagonistas diferenciados no quiere decir que esos sean los únicos personajes importantes, sino que con ellos abarcamos toda la acción, que empieza dispersa pero que para el tercio del libro irá acercándose.

En el primer cuarto de libro el personaje que más me interesa es el broker, tan seguro de si mismo que se refiere a si mismo mentalmente como "amo del universo". Es un personaje que leyéndolo solo puedes querer que se lleve una cura de humildad, aunque también descubres que tiene conciencia. También se le puede llamar cobarde, ya que esa supuesta conciencia ha ido transformándose en miedo conforme pasan los días, y amenaza por volverle loco, no por la culpa, sino por el qué dirá la gente. Esa incapacidad de mantener la calma es la que le hará caer.

El conflicto central del libro es el racismo en NY, ciudad en la que los estratos sociales y las razas se dividen en barrios cerrados. La comunidad negra del Bronx se pone en pie para denunciar las leyes de los blancos y su desidia a la hora de investigar un crimen contra un negro, aunque sea un caso muy confuso. El reverendo Bacon, a quien todos admiran o temen, es el eje de ese agitamiento social, que aunque necesario es incoherente, tienen una doble moral.

La sensación que se me queda es de caricatura. Es una descripción perfecta de la realidad, pero a la vez no he podido evitar pensar al leerlo que todos los personajes son una perfecta caricatura, como el vicefiscal acomplejado por su bajo sueldo y su incipiente calvicie que pretende demostrar su hombría lanzándose poderosamente sobre los acusados más insgnificantes, mientras levanta bien la cabeza para que "se vean bien sus enormes esternocleidomastoideos" o el periodista alcohólico al que utilizan dándole toda la información que quieren que se haga viral y que para sus adentros piensa que está escribiendo la noticia de su vida por su talento.

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