Poco se imagina el lector en las primeras páginas todo el trasfondo de la historia que está empezando a leer. Estoy empezando a pensar en la novela negra como mi favorita, por sus mil recovecos y por sus personajes. En ella nunca puedes dar nada por supuesto y la evolución de los personajes siempre te sorprenderá, son sus grandes puntos a favor.
No puedo profundizar mucho sin fastidiar el libro al futuro lector, pero hablaré un poco de Elías Gil, el protagonista en la sombra de esta historia. Un hombre del que al principio leemos opiniones contradictorias procedentes de sus dos hijos mientras le acompañamos en el viaje de su juventud a la Unión Soviética de la época de Stalin, cuando era un joven afín al comunismo y prometedor, lleno de ilusiones. Nada se parece al hombre que sus hijos recuerdan de su niñez. Nos flota unas preguntas: ¿Qué le ha pasado a este hombre a lo largo de su vida? ¿Qué cuernos pasó en el lago en el 67?"
Poco a poco iremos descubriendo las costuras de todos los personajes, entrecruzados entre generaciones aunque ellos no lo sepan. Descubriremos que cada uno carga su cruz particular, que todos se ven afectados por su pasado y que eso les afecta de cara al presente. Ya lo he dicho alguna vez, los personajes rotos me encantan, se necesita una cierta maestría para darles credibilidad y que el lector sienta una mezcla de lástima (pero no en exceso) y moralmente no esté seguro de qué lado ponerlos, a él le corresponde hacer de juez. En este libro el lector encontrará muchos así, aunque algunos no le darán ninguna lástima, también lo anticipo.
Otro de los puntos que más me ha llamado la atención son los relatos de los campos de concentración/trabajo. Te pone el estómago en un puño la forma en la que lo cuenta, esa realidad descarnada de la que tanto se ha hablado y que tanto se hace como que nunca sucedió. Realmente necesario para entender a los personajes, aunque duro. Personalmente nunca había oído hablar de Názimo (Siberia).
En el libro también se encontrarán golpes de efecto, vueltas de tuerca que sacuden el mundo de cada uno de los personajes, el del hijo de Gonzalo, Javier (hijo a su vez de Elías, y coprotagonista) es el que más me ha llamado la atención, esa historia paralela que daban al lector con cuentagotas para llegar a un clímax que no deja indiferente a nadie y que rompe todos los esquemas del resto de los personajes.
La espina es que me habría gustado saber más de la vida adulta de Laura (hija de Elías), que te pincelan el resto de los personajes con sus recuerdos y que para mi es el personaje que hace girar toda la rueda, aunque por el bien del relato te lo dan en migajas. Otro personaje roto por el pasado.
No voy a contar nada más, con este tipo de novelas lo mejor que puede hacer el lector es empezar a leerlas sabiendo el mínimo sobre el argumento, pero la recomiendo a todo aquel que le guste el género y a aquel que nunca se haya animado.
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