Impactante. Magistral. Inesperado.
Así es el principio del libro, casi incómodo de leer, que no tarda mucho en poner una carta sobre la mesa: la locura de la protagonista. Resulta agobiante seguir sus acciones y pensamientos (lástima la narración en tercera persona) y hacerse a la idea de todo lo que ocurre o ha ocurrido, que se va contando en pequeñas pinceladas. No hay tiempo para la empatía, ni lugar. Todo es demasiado rápido para el lector, que queda boquiabierto en varios momentos.
La parte central tiene algún momento más flojo, ya que aunque es muy necesaria para llenar muchos vacíos y cambiar muchos juicios en relación a la parte inicial de la novela, se puede hacer ligeramente larga.
Es una novela sobre la crueldad (casi al 100% psicológica) que puede ejercer un ser humano sobre otro. Es curioso como sin apenas violencia física (a diferencia de otros libros del género) consigue impactar tanto al lector, que a ratos queda casi noqueado, con todos sus juicios en entredicho.
El final permite ver un cambio de papeles y un escenario inimaginable al principio de la novela, que deja un sabor casi dulce... bueno, sería más adecuado decir que el final justo, de alguna forma. Parada obligatoria para los amantes de la novela negra. Por mi parte, me apunto el autor, seguro que leeré más libros suyos.
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